Siempre se ha dicho, y es cierto que, Pilates es una actividad cuerpo-mente. Pero no nos fijamos bien en que todas las actividades de nuestro día a día son cuerpo-mente, aunque las hagamos inconscientemente porque ya las tenemos mecanizadas, automatizadas. Pues yo quiero ir más allá, y demostrar que el pilates es cuerpo, mente y los 5 sentidos (o 6…), pura técnica corporal en la que deben participar todos los sentidos, tanto del que practica como del que dirige, empezando por la vista.
La observación es fundamental. El practicante debe observar al instructor durante la ejecución del movimiento para grabarlo en su mente y poder imitarlo, independientemente de las indicaciones que el instructor le dé para ayudarle a entender el movimiento las primeras veces que lo realiza. El instructor debe observar, no sólo si el alumno lo realiza correctamente, si no, qué ocurre cuando no le sale bien, ¿dónde falla? ¿Es un fallo debido al ejercicio (¿demasiado difícil para el nivel del alumno?), o ¿es que quizá el instructor no ha sabido explicarlo bien? ¿Tal vez la sala es muy ruidosa, hay mucha gente y las instrucciones no llegan bien a todos?
En este punto es donde entra la pericia del instructor, observar al alumno y sobre todo preguntar qué siente cuando realiza el movimiento, hay una continua comunicación entre alumno y profesor. Otro sentido, para mí crucial en una clase es el tacto, el instructor debe guiar al alumno a la realización correcta del movimiento y sin duda la mejor manera, tocando, pero con un toque de acompañamiento no de dirección, al tocar con fuerza e intención el cuerpo es fácil que reaccione bloqueándose, con lo que no conseguiremos el movimiento fluido deseado.
Y os preguntaréis qué pasa con el gusto y el olfato. Pensad por un momento entrar en una sala, da igual el número de personas que asistan a la clase, a las 18 pm, después de estar ocupada desde las 9 de la mañana por gente haciendo ejercicio y probablemente descalzos. ¿Sería de vuestro agrado hacer Pilates en una sala cargada, sin ventilación… o será mejor notar aire fresco y aromas agradables para practicarlo? Yo lo considero fundamental, y eso le corresponde al instructor, tener una sala bien acondicionada de pilates.
Por último, el gusto, ¿es que no habéis acabado una clase de Pilates con ese “regusto” de haberos movido con calidad, de sentir vuestro cuerpo oxigenado y fresco para afrontar el día a día?
Pero… ¿y el sexto sentido? Pues, como bien decía mi padre “el menos común de los sentidos: el sentido común”: el alumno debe utilizarlo, en primer lugar eligiendo un centro de pilates serio, en el que tengan en cuenta desde el principio sus particularidades, su condición física y no sea un cliente más. El instructor debe dejar su ego aparte y centrarse en las necesidades reales de la o las personas que tiene delante de él, poniendo todos sus sentidos alerta para ayudar a moverse con calidad a las personas que confían en él.
El próximo día, cuando vayáis a clase, seáis alumnos o instructores paraos a pensar en vuestros 5 sentidos (bueno 6), ¿están despiertos? Sed conscientes. 😉
Nos vemos en Do Pilates Oviedo